Muchas organizaciones se enfocan en la comunicación como un proceso interno, netamente técnico e instrumental, el manejo de este enfoque reduce la condición más elevada que posee la comunicación en el campo gerencial.
Cuánto más profunda sea
nuestra visión de la comunicación dentro del ejercicio directivo o gerencial, será
mayor también el provecho que obtengamos de su implementación en términos prácticos.
Poniendo nuestra mirada en la comprensión de la comunicación como un elemento
gerencial e integrándolo a las estrategias directivas en la acción, lograremos
que toda la organización pueda conducirse de manera ordenada y consistente
hacia el logro de cada una de las metas establecidas.
La comunicación debe ser sistemática y cohesionada con cada
proceso desarrollado dentro de la organización. No es entonces cualquier otro proceso
de la organización, sino que esta insertada en el diseño estratégico
corporativo. Este elemento de la estrategia organizacional parte de la
necesidad que existe de mantener la interrelación entre los miembros de la
organización y su necesario conocimiento acerca de la visión y de los planes
establecidos como parte de las estrategias planteadas en función de alcanzar
los objetivos propuestos.
Esta última afirmación, nos permite también asociar la comunicación
con el conocimiento, dos términos que definitivamente deben estar siempre
enlazados, ya que la comunicación es la forma concreta de apropiación del
conocimiento y de la información. En la gerencia moderna donde el capital humano
trasciende y las empresas son un organismo inteligente, de crecimiento permanente
a todo nivel, la comunicación se convierte en la plataforma estratégica de
reconocimiento individual e integral de cada sujeto para el ejercicio pleno de
su trabajo, la generación de ideas y la correcta integración con el grupo y el
entorno, en pro del avance hacia la visión estratégica global.
Por: Morella Nieto